16 de noviembre de 2011

Duele querer volar con los pies atados de gravedad

Acerca de lo monótono de dos días iguales
debo decir que es costumbre
eso de notar los defectos ajenos
antes que hacerme ver lo que anda mal
en los días que yo construyo.

Nadie me dijo nunca
que la vida se comparte
entre el que quiero ser
y el que los demás dicen que soy o seré,
ser simplemente no es suficiente.

Que no me abracen las paredes,
estas paredes que por no ver hacia atrás
jamás noté que eran sólo tres,
y sólo porque hay un suelo
no significa que por ley exista un techo.

Otra noche sin dormir,
otro día sin estar totalmente despierto,
no me alcanzan las horas para resguardarme
del frío afónico que congeló mi voz por un instante.

Debe ser el viento un extranjero,
porque sin ser invitado, es siempre bienvenido;
guardaré silencio, tal vez así escuche
los secretos de los árboles
mientras tañen sus ramas.

Una vida, es todo lo que tengo,
viendo siempre con nostalgia al cielo
repitiéndome a diario:
duele querer volar con los pies atados de gravedad.

Empiezo a creer que el mundo es una burbuja
suspendida en el fondo de un mar infinito
a orillas de la playa Eternidad,
algún día llegaremos a la superficie
para alcanzar por fin
nuestra verdadera libertad.

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