5 de marzo de 2011

Cielo oscuro

Cielo oscuro, la noche te piensa.
Caen tus versos, los dejo al olvido
para ya no pensar en ti.
Nos vemos de lejos tal vez
y sin soñar nos vamos desapareciendo.

Vidrios rotos, no fue real,
síndrome de tristeza crónica
al verte distante como cuando no te conocía;
vientre de memorias las palmas de mis manos
que te sintieron cada día
y hoy se estancan de vacío.

Las cosas que te diría si volvieras
a través del olvido mentiroso
que sabe que te sigue percibiendo
y sin embargo se hace el desentendido.

Amarga la luz, apaguen las velas,
no soy yo sino el que está dentro de mí
quien prefiere el oscuro de la nada,
la claridad es sinónimo de tranquilidad.

Antes que la vida vuelva a sonreír
quiero estar de duelo y extrañarte,
mañana vendrá cargado de un nuevo Sol
que me enseñe lecciones que siempre han estado allí
pero que por necio no he querido aprender.

Llévate el tiempo que me diste,
amarra mi todo a la ceiba de un futuro sin ti
y desgarra mi piel para que sea más pronta
la metamorfosis del triste que estará sin tu calor.

Caigo y no me importa, los días se hacen largos
mientras los suspiros se van acortando lentamente,
tu existencia no era para mí
y obligaste que la mía fuera ajena a la tuya;
tengo el dolor, al menos eso me quedó de ti.

Sabores rebuscados, los labios se me llenan de gritos
que no pronunciaré por rebeldía y orgullo,
aunque siempre te llevaré entre mis brazos
y mis manos aún entumecidas conserven tu figura,
dejaré de vivir por y para ti,
por esta vez viviré para mí, aunque no lo sepas nunca...
mi vida ya no será tuya.

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