21 de julio de 2012

El rincón de los olvidos

Un sueño ha colapsado
tras el filo de un rayo de luz
que quebró las sombras de un espacio
totalmente placentero para mí.

Descansa, a la vida le hace falta silencio.
Y es que allá afuera alguien grita:
¡Todos somos tan distintos!
A la gente ya no la hacen como antes.

Todo cuanto quiero está en el horizonte,
esa línea que es tan incierta
porque para algunos es el mar
y para otros una acumulación de montañas.

Aquí adentro algo duele,
algo se ha roto en soledad,
algo se ha quemado con la fricción
del tiempo en mis horas tristes.

Ya no hiere el pasado,
porque me he convencido de que
siempre hay algo de verdad en la mentira...
Te dice la verdad acerca de la persona que te miente.

Si estoy en silencio, taciturno, en quietud,
esa es mi paz; la calma que busco.
Ese soy yo, no hace falta querer convertirme
en alguien que no he decidido ser.
No hay nada qué hacer.

Esta esquina desde donde escribo
la he llamado el rincón de los olvidos;
aquí es donde más recuerdos he tenido
para llorarlos uno a uno mientras mueren.

Desde aquí, junto a tres perros
que me acompañan y me enseñan a ser humano,
voy encontrando el camino paso a paso,
ese que por momentos parece inhóspito
pero que en este punto muestra una señal
de advertencia o de esperanza:
La naturaleza siempre encuentra su camino a la felicidad.

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