22 de marzo de 2016

Ailea

No existes...
O tal vez existes, pero no te muestras
tal y como eres, de color frío
pero inmensamente capaz de dar amor.

Una mirada tuya alcanza lo que mil estrellas
que danzan en el infinito
mientras el azul de tu inocencia
recubre los más cercanos sueños.

Ailea, ese nombre es justo para cada rosa azul
que sólo logran ver ciertos privilegiados
que pueden observar los jardines
de una dimensión tan clara como tu luz.

Un suave nocturno de Chopin
es lo único que merece completar tu presencia,
abrazando con cada nota y acorde
los pétalos celestiales de tu cuerpo.

Corre, Ailea, extiende tus brazos y corre más fuerte,
siente la inercia de una luna rodeando a su planeta;
debo ver tu piel azul y llamarte mi rosa Ailea,
mía, tal vez algún día, ojalá.

Dónde puede haber más azul
que en el cielo de tu mirada soñadora,
y en tus palabras encuentro la calma
de una lluvia que cubrió tu piel
y le enseñó a la mía a querer estar cerca de ti.

Ailea de un valle que anhelo, Ailea azul,
verte es colocar mi mente
en un estado de letargo
que alimenta mi imaginación.

Vuelve a nacer, Ailea,
mírame las manos llamándote
y concédeme un abrazo azul
para que valga la pena
esta azul espera de verte llegar,
y que toda la vida recobre su sentido...
Ailea de misterio, Ailea de ensueño, Ailea azul.

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