29 de abril de 2016

En algún lugar lejos de ti

A mí no me engañas.
A estas horas alguien,
en algún lugar,
es dueño y señor de todos tus insomnios.

Querías verme apagado,
destrozado bajo la suela de tu zapato,
y sin embargo las esquirlas de mi propio ser
hoy me tienen más de pie que nunca.

Hoy divago y te he perdonado
todo lo que nunca pensé perdonar,
y es que como verás,
las almas grandes somos infinitas.

Infinitas gracias por traerme hasta aquí,
todos tus desprecios me empujaron
hasta llegar a donde estoy,
aquí donde estoy vivo y soy feliz.

Será que se calmó tu odio
o quizá mi lejanía
ha obligado a aplacar tu furia
de verme como algo menor que tu propia bajeza.

Estás donde debes estar,
en esa soledad lúgubre
tan profunda que ni todas tus máscaras
son suficientes para tanto silencio.

Como verás,
nada fue como planeabas,
tú ahí tan en el olvido
y yo aquí creando recuerdos
en nuevas vidas lejos de ti.

En algún lugar vuelo lejos,
lejos de ti.

22 de marzo de 2016

Todo a su tiempo

Quietud, a pesar de todo el viento
que sopla allí afuera,
quietud que adormece
sin importar la vida que nos rodea.

Estas ganas de vivir
en un permanente noviembre,
con todos sus atardeceres
y los fríos abrazándonos la piel.

¿Volverías a nacer si tuvieras opción?
Yo lo haría sin pensarlo,
y sin ver atrás diría
que todo ha valido la pena.

Sin cambiar nada, sin quejarme de nada,
sin arrepentirme de todo
volvería a vivir esta vida
que me ha dado tanto.

A veces los días no tienen sentido,
pero es sólo el presente que carece de etiquetas
para enseñarnos que no todo debe tener un nombre
y nada cambia con letreros sin sentido.

Vivir es amar y amar es vivir
cuando eres sincero contigo y con los demás,
pero todo puede cambiar en cualquier momento;
ríe, llora, muerde, odia y perdona.

Todo a su tiempo,
tiempo para ellos, tiempo para ti,
tiempo para aquello que te duele,
tiempo para todo.

¿Aprenderías a caminar nuevamente?
Vivimos sentados en esta vida
que necesita de caminantes
descubridores de nuevos caminos.

Que vuelva noviembre y se quede para siempre,
el frío nos hace buscar los brazos
de la felicidad anhelada,
felicidad marchita, felicidad prestada,
pero al fin alegría que nos alarga los sueños.

Todo a su tiempo.

Ailea

No existes...
O tal vez existes, pero no te muestras
tal y como eres, de color frío
pero inmensamente capaz de dar amor.

Una mirada tuya alcanza lo que mil estrellas
que danzan en el infinito
mientras el azul de tu inocencia
recubre los más cercanos sueños.

Ailea, ese nombre es justo para cada rosa azul
que sólo logran ver ciertos privilegiados
que pueden observar los jardines
de una dimensión tan clara como tu luz.

Un suave nocturno de Chopin
es lo único que merece completar tu presencia,
abrazando con cada nota y acorde
los pétalos celestiales de tu cuerpo.

Corre, Ailea, extiende tus brazos y corre más fuerte,
siente la inercia de una luna rodeando a su planeta;
debo ver tu piel azul y llamarte mi rosa Ailea,
mía, tal vez algún día, ojalá.

Dónde puede haber más azul
que en el cielo de tu mirada soñadora,
y en tus palabras encuentro la calma
de una lluvia que cubrió tu piel
y le enseñó a la mía a querer estar cerca de ti.

Ailea de un valle que anhelo, Ailea azul,
verte es colocar mi mente
en un estado de letargo
que alimenta mi imaginación.

Vuelve a nacer, Ailea,
mírame las manos llamándote
y concédeme un abrazo azul
para que valga la pena
esta azul espera de verte llegar,
y que toda la vida recobre su sentido...
Ailea de misterio, Ailea de ensueño, Ailea azul.