24 de enero de 2013

Punto y aparte

Once veces dije tu nombre
por si acaso el viento
necesita también de contraseñas
para llevarte mis pedidos de auxilio.

Entre las siluetas de los árboles al atardecer,
un poco de luz rojiza tiñó de vino tinto
las sombras de todos tus recuerdos.
Tristemente eso fue todo cuanto vino.

Este aire viajero no tiene manos,
y yo queriendo encontrarte flotando perdida
entre las alas invisibles de este presente
que se ha quedado estancado
en el fango cruel y absurdo de tu ausencia.

¿También mis heridas sanarán con el tiempo?
¿Llegará el silencio con la noche?
No lo sé.
A veces algunos amaneceres
no llegan en el día que tienen asignado.

Mientras tanto,
yo sigo aquí frente al horizonte tragándose al Sol,
en esta perpleja penumbra
que me deja sin sombra, sin voz y sin vos.

La vida es una maraña de sucesos,
una línea formada por muchos puntos
en los que nos volvemos necios,
queriendo convertir esos puntos en comas
cuando al final siempre tuvieron que ser puntos.
A veces puntos y seguido,
otras veces puntos y aparte.

Once veces tu nombre y sigues estando lejos,
ni las siluetas de los árboles ni el viento viajero
te trajeron de vuelta.

Ni siquiera el tiempo o el silencio de la noche
me han mostrado clemencia,
pero ahora que lo pienso,
¿cómo pude olvidarlo?

Cada nuevo día es un punto y aparte,
ahora tú estás en otra parte
y aunque vuelvas...
yo me prometí esta vez no querer atraparte.

2 comentarios:

Fernanda Sandoval dijo...

Las promesas que nos hacemos a nosotros mismos son las que nunca se intentan cumplir.

Oscar Estrada dijo...

Tristemente, suele pasar. Un gusto tener tu visita y comentario por aquí, Fernanda Sandoval, un abrazo y todo lo mejor para ti. Saludos, que estés bien.