24 de enero de 2013

Punto y aparte

Once veces dije tu nombre
por si acaso el viento
necesita también de contraseñas
para llevarte mis pedidos de auxilio.

Entre las siluetas de los árboles al atardecer,
un poco de luz rojiza tiñó de vino tinto
las sombras de todos tus recuerdos.
Tristemente eso fue todo cuanto vino.

Este aire viajero no tiene manos,
y yo queriendo encontrarte flotando perdida
entre las alas invisibles de este presente
que se ha quedado estancado
en el fango cruel y absurdo de tu ausencia.

¿También mis heridas sanarán con el tiempo?
¿Llegará el silencio con la noche?
No lo sé.
A veces algunos amaneceres
no llegan en el día que tienen asignado.

Mientras tanto,
yo sigo aquí frente al horizonte tragándose al Sol,
en esta perpleja penumbra
que me deja sin sombra, sin voz y sin vos.

La vida es una maraña de sucesos,
una línea formada por muchos puntos
en los que nos volvemos necios,
queriendo convertir esos puntos en comas
cuando al final siempre tuvieron que ser puntos.
A veces puntos y seguido,
otras veces puntos y aparte.

Once veces tu nombre y sigues estando lejos,
ni las siluetas de los árboles ni el viento viajero
te trajeron de vuelta.

Ni siquiera el tiempo o el silencio de la noche
me han mostrado clemencia,
pero ahora que lo pienso,
¿cómo pude olvidarlo?

Cada nuevo día es un punto y aparte,
ahora tú estás en otra parte
y aunque vuelvas...
yo me prometí esta vez no querer atraparte.

18 de enero de 2013

Si te quedas aquí

Si te quedas aquí,
habrá un concierto infinito
de susurros afinándose en tu piel,
una lluvia de luz partiendo de tu mirada.

Si te quedas aquí,
emprenderé una travesía
que recorra tu espalda hasta tus labios
y encuentre por fin mi destino.

Y en la oscuridad de mis noches
abrazaré tu recuerdo hasta fundirlo con mi ser,
este ser que creí completo
hasta que tu mano se aferró a la mía.

Si te quedas aquí,
todo nuestro ayer quedará en silencio
y este presente que ahora compartimos
será nuestro viaje romántico
que nos devuelva la vida.

Fuimos dos caminos lejanos
enfrentando el día a día en solitario,
recogiendo pesares en suelos extraños,
nadando en este aire a veces sofocante,
a veces tan triste y tan helado;
no hubo duda alguna al encontrarte,
de pronto llenaste el vacío de la existencia
abrigando mis sueños con tu respiración.

Si te quedas aquí,
te quedarás con todos mis instantes,
con todos mis segundos pensándote,
viviré para esperar cada una de tus sonrisas.

Si te quedas aquí,
ya no habrá heridas ni temores,
sólo un camino por recorrer, el nuestro.

Anda, da el primer paso,
yo iré contigo cuidando cada latido
de tu corazón dispuesto a amar...
Si te quedas aquí, conmigo.

14 de enero de 2013

Por mi parte

Hay algo de ti en estas noches sin dormir
y en este frío fingido de la madrugada,
todo tu silencio con el que decías quererme
y lo vacío del calor de tus manos.

Fuimos dos desconocidos jugando al amor
en días cuando la gente
se ha olvidado por completo de cómo amar,
de cómo olvidarse de sí mismo para poder amar.

Suspendidos en aquel día,
bajo el cielo gris de una ciudad colonial,
quedaron los párrafos que te dediqué
creyendo en suspiros, respirando en falso.

Borrar tu recuerdo ha sido cosa fácil;
recordarte cuanto he querido, también.

Por un instante esas calles se han vuelto absurdas,
aquella banca del parque volvió a ser de piedra
después de ser nuestro refugio improvisado
para hablarnos al oído y jugar al amor.

¿Desde cuándo eso es un juego?
Desde siempre, tal vez.
Pero después de todo sólo queda aprender
que hay que amar al corazón que te hiere
pero nunca se debe herir al corazón que te ama.

Por mi parte,
ese último beso fue sincero,
lo necesité tanto como respirar
cuando creí necesitarte para vivir.

Días felices, que tengas muchos de esos
y en uno de tantos quizá recuerdes con nostalgia
mis silencios que rompí para hablarte de amor.

Tristemente será tal vez cuando alguien más se encargue
de darte su silencio con el que diga quererte
y sientas el vacío del calor de sus manos,
y encuentres todo ello en una noche sin dormir,
en el frío fingido de una de tus madrugadas.

5 de enero de 2013

Que te vaya bien

Y es que nadie habrá
que te dé esos besos,
si bien tuyos, si bien míos,
pero esos besos que ese día fueron de los dos.

Habrá un tiempo en que recuerdes
aquel día gris,
un viernes de enero tal vez,
que fue único, aunque no lo quieras.

Se sienten nuestros pasos
por todas esas calles
de aquel día en que por un instante fuiste mía
y no habrá otro suelo que pueda imitarlo.

Fuimos, y eso es lo que duele,
al menos en este pecho,
de que fuimos, sin saber que ya no seríamos
porque en unos minutos tú decidiste lo contrario.

A mí me queda tu aroma,
la cosquilla de tu cabello en mi rostro,
las ganas de quitarte la ropa,
los sueños que nunca fueron.

No sólo te deseo todo lo mejor,
deseo que salgas de todo lo que te encierra
en ese mundo tuyo en donde no sólo eres tú
sino que existe una felicidad compartida.

Por mi parte, puedes estar segura
de que no existen rencores,
eso es para los adolescentes,
aquí sólo queda un viernes, ese viernes que fuiste mía.

Que te vaya bien,
a mí ya me fue muy bien contigo
aunque tú no lo quisieras.
Y aunque no sea conmigo.