19 de noviembre de 2010

Contigo y con nadie más. (Catarsis de la primera noche sin ella)

La última vez que estuvimos juntos
no pensé que sería la última
que te tendría conmigo.
Las circunstancias, el miedo,
las malas rachas y el descuido
se apoderaron de todo.

Cuídate, quiero que todo te salga bien,
deseo que estés bien, así debe ser;
un amargo adiós, sin beso,
ni siquiera pareció una despedida
por ser forzada y falsa
como todo lo demás que hoy te rodea.

Quiera Dios que estés bien,
que la cruz sea llevadera;
mi tristeza hoy no es tanto por mí,
sino más bien por ti,
por las ataduras que te envuelven
y te atan al suelo que es de lodo como el chocolate.
Ya lo decía aquel poeta...
Duele querer volar con los pies atados de gravedad.

No te deseo el mal,
no te guardo ningún rencor,
ni siquiera estoy molesto contigo,
lo único que deseo
es que seas lo suficientemente
inteligente, capaz y valiente
para largarte de ahí
y que estés donde de verdad quieras estar,
aunque no vaya a ser conmigo,
pero que sea contigo y con nadie más;
serás libre el día que creas que lo eres,
serás tuya cuando sepas que puedes serlo...
Contigo y con nadie más.