10 de septiembre de 2010

Soñar despierto

Aunque nuestros pies toquen el suelo,
que nuestras cabezas siempre apunten al cielo.
El hombre no conoce el cielo,
aunque haya viajes al espacio
y telescopios fotografiando el pasado allá arriba,
pero el hombre no conoce el cielo.

Hoy me di cuenta de eso
mientras soltaba un puñado de sal
en un poco de agua que daba vueltas,
formando algo parecido a una galaxia en espiral,
entonces quise ser micro organismo
y nadar hasta encontrar otro mundo dónde habitar,
aunque fuese de sal.

Sueña, no hace falta dormir para eso.
Si lo haces únicamente mientras duermes,
se quedarán en la almohada;
si lo haces estando despierto,
se reflejarán en lo que hagas durante el día.
Sueña.

Aunque los días se pongan densos,
extiende tu mente y dile al viento
que sabes lo que hace con las aves,
o con las hojas cuando marchitan
pero que luego resucitan
en brisas de atardeceres indelebles para el corazón.

Vive el que sueña y muere el que olvida,
facundo en guerra consigo mismo
e hipócrita con el niño que un día fue.

Aunque nuestros pies toquen el suelo,
aunque los días se pongan densos,
no te quedes varado allí;
la vida no termina donde alcanza nuestra mirada,
siempre hay más para el que sabe
que es capaz de soñar despierto.

2 de septiembre de 2010

Una noche

Una noche más en que me rehúso a dormir,
hay tanto qué escuchar en el silencio
mientras el cielo se vuelve una fábula
y las nubes me cuentan historias
de tanta gente que ya ni las voltea a ver
por recoger migajas en el suelo de nadie.

Mis perros me observan de vez en cuando,
con una mirada desvelada como diciéndome
que me vaya a dormir y apague la luz.
Mientras tanto la noche me sigue importando poco,
hay tanto por hacer, pensar, soñar despierto,
sin apuros, pero con vértigo
que estira mis pensamientos.

Ya casi amanece, por costumbre sale el Sol,
en lugar de gallo que me cante
tengo bocinas de autos a lo lejos,
una cama que me extrañó mientras yo comprendía
que cada final no es más que un nuevo comienzo
si aprendo a moldear los elementos
que me trae la vida en el día que recién empieza.

Iré por las calles sin importarme las apariencias,
al contrario de todos, que olvidaron el espejo
pero están ocupadísimos viendo a los demás.
Algunos se preguntarán,
¿quién es este que hace ritmo con las manos
sin música en el ambiente?
Si la melodía no siempre debe venir de afuera
sino desde adentro mientras haya felicidad.

Canta y sonríe frecuentemente,
aún no es prohibido ser uno mismo.
Una noche más en que me rehusé a dormir,
hay tanto qué escuchar en el silencio…
Hay tanto qué escudriñar dentro de uno mismo.